En el vídeo aparecen una serie de planos del tractor y otras imágenes relacionadas con la máquina. Estos planos se intercalan con rótulos que destacan sus prestaciones y virtudes, algunos a resaltar son: potencia limpia, gran reserva de par, perfecto para trabajar con pala y tecnología innovadora y máxima comodidad.
La serie TL-A de New Holland era el paso al Tier II del popular motor NEF con bloque de 4 cilindros y 4.500 cc turboalimentados.
Generaban un par máximo y una reserva de par desconocidos en ese segmento hasta la fecha y mejoraban en gran medida la respuesta y “brío” frente a los 3.908cc de 4cil de la S8000. Estas cifras y prestaciones del motor se veían complementadas con un paquete en baño de aceite para el embrague de la TDF con conexión electrohidráulica modulada, “típica” en tractores de mayor caballaje de la época y una apreciable novedad en el segmento medio de los TL-A. Ambos aspectos unidos fueron los cimientos de su éxito en el olivar andaluz: barrían a los tractores de la competencia picando leña de la poda o tirando de turbos aplicando fitosanitarios de primavera a verano. Un TL-A 100 picaba y tiraba igual o más que el principal tractor de la competencia de 120-130 CV, y gastaba 40 litros menos de gasoil al día. Algo excepcional en la época.
Además, ofrecía un inversor electrohidráulico (sin necesidad de pisar el embrague) y la posibilidad de partir las marchas con un Hi-Lo 24×12.
Era el sumun de la fiabilidad con una mecánica muy sencilla y elementos más que probados:
Por otra parte, la cabina era muy espaciosa. En la fase de diseño, el tubo de escape se colocó junto al pilar derecho de la cabina, con un aspecto muy semejante a los TM de mayor tamaño que les daba una apariencia digna de series superiores. Además de ser reconocida por su gran espacio y comodidad interior, contaba con un tamaño compacto, lo que se agradecía enormemente a la hora de transitar entre olivas o acceder a los establos bajos.
En definitiva, la serie New Holland TL-A 100, ¡era un “cañón” de tractor!
