La cosecha no espera. Cada hora cuenta. Por eso, cuando llega el momento de recoger los frutos del trabajo en el campo, se necesita una máquina que no falle. Una máquina capaz de ofrecer máxima capacidad, eficiencia y control total. Esa máquina es la CR11 de New Holland, la cosechadora más potente, avanzada y automatizada del mercado. Con ella, New Holland lleva su historia y tecnología Twin Rotor a un nuevo nivel.
La CR11 es el resultado de más de 50 años de innovación en recolección. Su sistema de doble rotor, heredado directamente del ADN de la marca, ha sido optimizado con más anchura interior, permitiendo montar un par de rotores de mayor diámetro y algo más de longitud. Este rediseño le proporciona una capacidad de trilla radicalmente superior a lo que conocíamos hasta ahora, ideal para cereales y especialmente para maíces de altísimo rendimiento con cabezales de gran anchura.
Todo esto está impulsado por un motor FPT Cursor 16 de 15,9 litros, que entrega una potencia cercana a los 800 CV. La disposición del motor es longitudinal, siguiendo la misma inclinación que los rotores, de modo que los ejes de los rotores coinciden y son paralelos con el eje del cigüeñal. Esto permite sacar la máxima eficiencia y el menor consumo de combustible, transmitiendo potencia de forma directa y continua.
Con una tolva de 20.000 litros y un sistema de descarga capaz de vaciar completamente en menos de 100 segundos, la CR11 está preparada para mantener el ritmo en explotaciones de gran volumen y reducir al mínimo el tiempo improductivo entre pasadas.
Uno de los aspectos mejorados de la CR11 es su capacidad de limpiar grandes cantidades de grano con precisión. Este avance se logra gracias al sistema TwinClean™, compuesto por un doble cajón de cribas con criba superior e inferior que trabajan de forma secuencial. Este diseño ya entrega grano limpio mediante un sinfín extractor hacia el elevador, mientras un segundo sistema completa la limpieza antes de elevar el grano a la tolva.
Este doble sistema de limpieza, totalmente automatizado, permite procesar más allá de las 250 toneladas por hora y asegura un flujo uniforme del material. Además, la máquina puede compensar pendientes de hasta un 28%, gracias a sensores de presión que detectan diferencias entre las cribas superior e inferior y ajustan la apertura de forma diferencial. Todo el ancho del cajón se aprovecha al máximo, con una superficie de limpieza de 8,76 m², manteniendo la uniformidad del reparto y minimizando las pérdidas.
Si por algo destaca la CR11 es por su capacidad de pensar por sí misma. Gracias al sistema IntelliSense™, basado en inteligencia artificial, la máquina realiza ajustes automáticos y personalizados para cada cultivo. Una vez que se le indica qué cultivo se está cosechando, gestiona la velocidad de avance, apertura de cribas, ventilador, velocidad de rotores y otros parámetros clave, sin intervención manual.
Este sistema analiza la situación cada 20 segundos y es capaz de seleccionar la mejor de hasta 280 millones de combinaciones posibles. Todo ello se realiza con precisión milimétrica, reduciendo la fatiga del operador y aumentando el rendimiento incluso en condiciones cambiantes. Este control se complementa con sensores de calidad de grano, sensores de pérdida y conectividad total con el portal FieldOps™, donde se puede consultar y gestionar toda la información en tiempo real desde cualquier lugar.
La CR11 no es solo la mejor opción para cosechar con eficiencia. También es el inicio de una cadena de trabajo bien planificada que continúa con el empacado. Y en ese siguiente paso, el tándem ideal es el tractor T7.300 AutoCommand combinado con la empacadora Big Baler. Una dupla diseñada para seguir el ritmo de la CR11 y transformar la paja en paquetes con la misma velocidad, control y precisión.
Con la capacidad de gestionar grandes volúmenes y ajustar la intensidad de picado desde cabina, la CR11 también prepara perfectamente el terreno para el empacado posterior. El material picado y el tamo son esparcidos de forma uniforme mediante discos independientes, controlados por radares que vigilan el alcance de distribución en ambos lados. Esta uniformidad facilita la siembra posterior y la germinación, lo que se traduce en mayor eficiencia global del ciclo productivo.
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