
Los residuos agrícolas son desechos que provienen de los restos de los cultivos y otras actividades relacionadas como, por ejemplo, la limpieza del campo. Por eso abundan los restos herbáceos o vegetales, aunque también existen residuos en otros estados no sólidos.
Una característica que cumplen todos estos desechos es que no resulta posible su reutlización. De hecho, su acumulación puede resultar perjudicial, ya sea por plagas o por los incendios. Por este motivo, se vuelve necesaria su eliminación. Además, no cuentan con la suficiente calidad para resultar útiles para el sector.
Los residuos agrícolas están condicionados por la estacionalidad, es decir, por el período en el que están implicados. Por ello, dependen del tipo de cultivo, de la temporada, el tiempo, etc. Es muy importante librarse de estos desechos cada vez que se concluye la actividad agrícola para que no interfiera en la siguiente tarea.
El correcto tratamiento de estos residuos es fundamental. Puesto que una mala gestión de estos productos puede desencadenar graves problemas para el medio ambiente. Por ejemplo, una quema indiscriminada libera gases nocivos con una alta toxicidad para el medio y el hombre. Su acumulación atrae a plagas que pueden arruinar los cultivos. Por otra parte, el vertido de fitosanitarios contamina el suelo, el agua y los seres que viven en estos. Mientras que los que contienen metales en su composición pueden deteriorar el medio a través de su descomposición.
Para la correcta gestión de estos residuos existe una legislación que se estableció para evitar todos los problemas que puedan surgir. Esta normativa está contemplada en el BOE, por lo que cualquier agricultor o usuario puede acceder a este fácilmente y revisar su contenido.